Hablaban los juristas
romanos del Derecho de Propiedad, que permitía acciones directas sobre las
cosas propias, y del Derecho de Crédito que para ejercerlo se necesitaba que
otros cumplieran con su deber. Por
ejemplo, ejerceremos el derecho de viaje, a Santiago, si la compañía que nos
vende el boleto cumple su deber de hacer el trayecto.
Sirve esta ilustración para comprender la función legisladora de la inteligencia humana. Como construye el orden de los derechos que, mal o bien, son posibilidades y disponibilidades las cuales distinguen a muchas naciones del mundo. Aunque, para vivir esta realidad, necesitamos contar con los demás.
Sirve esta ilustración para comprender la función legisladora de la inteligencia humana. Como construye el orden de los derechos que, mal o bien, son posibilidades y disponibilidades las cuales distinguen a muchas naciones del mundo. Aunque, para vivir esta realidad, necesitamos contar con los demás.
Pensemos que, los Derechos Laborales
se sostienen, como nuestro lenguaje, en
una enorme red de reciprocidades productivas, la cual existe sin la
intervención del Código de Trabajo, y sin que sean determinantes los reclamos o
las declaraciones de los grupos sindicales.
Pedimos corrección
democrática en la evaluación fraudulenta hecha por las autoridades, los
partidos y los sindicatos sobre la trascendencia de la empresa, porque, ni el
Código de Trabajo ni los Derechos Laborales, por si solos son capaces de crear,
ni de proteger un empleo.
Colocar al Código de Trabajo
y a los Derechos Laborales en el orbe de sujetos imprescindibles para el
trabajo, es degradar las empresas en meros accesorios económicos. Así las confinan a un limbo de falsas
obviedades para distraer el drama social, político y económico del desempleo.
Lamentamos que esta
mitología de los Derechos Laborales tenga como
base el vigoroso impulso del sector privado.
El verdadero protagonista de este milagro económico, con la construcción
de una masa laboral cercana a los tres millones de empleos. Una resonancia política pirateada por la
administración del Estado.
Confunden, los gremios y el
sistema político, los derechos laborales con las propiedades reales o con las
propiedades físicas de la materia, que existen independientemente de la
voluntad del hombre. Recordamos que, tanto
el código laboral como los derechos laborales, son un manto inseguro que, solo
protege a los trabajadores, si una empresa o un emprendedor decide tenerlo
levantado.
Rogamos un diálogo que
atienda democráticamente esta demanda política, a pesar del estúpido
crecimiento económico, ese alarde que ha destruido más de 250,000 empleos, en
los últimos diez años. Debido a que,
cada año, el financiamiento estatal se traga RD$40,000 millones, en impuestos,
al pasar de un presupuesto de RD$132,000 millones, en 2003 a uno de RD$530,000
millones, en 2013.
Aplicamos cinco aumentos
impositivos y tres rectificaciones fiscales y arancelarias, mientras subía la
informalidad laboral en un 57% y el desempleo juvenil superaba los 300,000
parados. Frente a este drama, la demagogia
política y el gremialismo lúdico mezclan demandas laborales de distintas
procedencias, con soluciones económicas y sociales de diferentes garantías
democráticas.
Dialoguemos los derechos y
los deberes laborales, sin omitir la realidad de las “Ferias de Empleos”,
donde, para 500 plazas, aplican 15,000 personas. Dialoguemos los cambios que conviertan al
código de trabajo en un instrumento justo, que garantice la sostenibilidad del
empleo, para los “Nini”, esa masa juvenil enorme que, ni trabaja ni estudia.
Dialoguemos los derechos
laborales y el desempleo, de caras al riesgo político, económico y social que
representa la judicialización de los conflictos laborales. Pero, sin pasar por alto que, intervendrán
las voces de los consumidores y usuarios de los bienes y servicios producidos
por las empresas, la de las Administradoras de los Fondos de Pensiones, la de
las Aseguradoras de los Riesgos de Salud, la de los comercios y la de los
desempleados.
Fernando SIBILIO
Coordinador Político
Acción Popular Republicana
Unión, Riqueza y Orden con
el uso justo de la Ley.
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