viernes, 7 de junio de 2013

JUSTICIA SIN CONTROLES JUSTICIA CULPABLE (Por Fernando Sibilio)



Queda claro que, los proyectos constituyentes promotores de la nueva constitución y de la creación de las altas cortes, los cuales debieron ser iniciativas democráticas de consenso y mancomunadas, son el la realidad proyectos solitarios.  Aceptamos a la tragantona, sin conocer los contenidos, una dinámica jurídica desprovista de las habilidades que garantizaran la aplicación democrática de la Ley.

Sentimos, ahora, miedo de perder nuestra libertad como sujeto jurídico, con los fallos judiciales caprichosos, y por eso, hablamos de objetivar las ciencias jurídicas, como si fuesen entidades autónomas.  ¡Señores! Las ciencias jurídicas se fugaron de los tribunales, habitan en otro mundo y se liberaron de los abogados.

Creamos estos bichos judiciales, pero ahora queremos cambiar el sistema, porque sus acciones rompen todas las escalas del equilibrio democrático de la nación.  Sorprende esta mitología de sumisión a fallos arbitrarios repletos de evidencias sentimentales.  Cabe aquí la famosa frase romana: “Fiat Justitia Pereat Mundum”. La justicia, desaforada, puede convertirse en asesina.

Fantasear con un sistema de justicia podrido, que su propio Procurador General lo descalifica y admite que esta contaminado por la política.  Si él lo sabe, ¿Qué ha hecho para corregir la situación? Omitirla.  Es que estamos frente a un proceso de apropiación unilateral y privado del poder judicial.

Convendría ampliar el concepto de “Crímenes contra la Humanidad”. Estamos frente a crímenes del sistema de justicia contra la dignidad humana.  Hablamos de daños y sufrimientos perpetrados por tribunales contra el patrimonio y el proyecto común de nuestras vidas y de la nación.  Administraciones de justicia que se han separado voluntaria y privadamente del derecho, con el fin de tener las manos libres y poder actuar al margen de la Ley.

Somos todos víctimas potenciales de estos criminales y debemos defendernos de este poder político criminal. Pero somos los ciudadanos quienes mantenemos las calidades democráticas de estos tribunales.  Por tanto, disponemos de los medios para revocar sus derechos a ocupar esos poderes posicionales.  Aquí radica la fragilidad institucional de estas cortes.

Vivimos el riesgo de perder nuestro sistema democrático, porque unos vivos decidieron llenar nuestra legislación de leyes fraudulentas, carentes de instrumentos que castiguen delitos y dejando fuera del alcance de la ley la tipificación de violaciones y crimines contra la sociedad.

Espantan las mutaciones invasivas y expansivas de estos virus judiciales, pero, por suerte, nos relacionamos por las interacciones múltiples de la comunicación, por medio de las redes sociales que unen a los ciudadanos.  Es así, que toda quiebra en un punto del sistema, como el veredicto de “Bahía de las Aguilas”, provoca olas de repugnancia social contra el sistema de justicia.

Descubrimos en estos dictámenes las posibilidades de ser engañados por, y en la justicia.  Que el poder político y social nos puede engañar y defraudar con leyes orgánicas de instituciones, como Pro-Consumidor, con la Ley de Hidrocarburos, la Ley de las Telecomunicaciones, con la Ley de Seguridad Social, con la Ley de Electricidad, con la Ley de Tarjetas de Crédito, dispositivos legales en los cuales los ciudadanos carecen de garantías democráticas.

Desalojar a los ciudadanos de la órbita de la dignidad de sus derechos traerá un enorme riesgo a nuestra estabilidad democrática.  Porque los hábiles en engaños son los “Triunfadores”.  El caso Bancrédito es solo un botón de muestra, y con estas decisiones criminales de la justicia, llevaremos a la población a la facticidad política y provocaremos una rebeldía y un caos violento, contra el sistema político.




Santo Domingo, D. N.

7 de Junio, 2013.-

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