sábado, 8 de junio de 2013

LOS FEMINICIDIOS, LA VIOLENCIA SOCIAL Y LOS VICIOS POLITICOS (Por Fernando Sibilio)


Decía el Procurador General que los feminicidios eran inaceptables, sin que se conozca, hasta ahora, los actos o acciones políticas que ligaran a su despacho, con una meta o algún fin al respecto.  Si él quisiera frenar los feminicidios fuera su obligación aplicar los medios necesarios, más que una declaración, para alcanzar ese fin. ¿Qué tiene? ¿Qué debe? ¿Qué puede? Y ¿Qué quiere hacer la Procuraduría con este problema?

Desear la solución de los feminicidios es suficiente para activar las acciones democráticas que generen los medios y los deberes sociales.  Pero el Procurador tiene otros fines y recurre a los titulares, con el objetivo político de enlazar el deber del cargo con los deseos del dirigente que persigue otras metas.

Vivimos ese mismo juego político con la tragedia de la violencia intrafamiliar, porque la moral política y social tiende a cosificar los derechos, los valores y los preceptos familiares.  Si examinamos el subjetivismo y los caprichos que se esgrimen en las demandas de los afectados y afectadas, por los conflictos de parejas, veremos como la dignidad humana y familiar se degrada en cifras.

Vimos, en el caso de un empresario acusado de agresión, como se destacó su traslado en una voladora a la cárcel y la estampa de que, si se le cortaba el pelo, a eso se redujo el hecho, al amarillismo periodístico y político.   Pero, en el caso de la demandante se destacó el pedido de más de dos millones de pesos mensuales, solo de manutención.

¿Atacan estas escenas denigrantes las causas de estos conflictos?  Consideramos que esta moral publicitaria y de comunicación refuerza la violencia y debilita la fuerza de cohesión familiar.  Que los valores, preceptos y los derechos de la familia son fines propuestos por la inteligencia humana, los cuales las personas deberían reconocer como oportunidades y posibilidades provechosas para las parejas.





Sufrimos la incapacidad jurídica y democrática y los vicios del sistema político y social para castigar a los agresores, violadores y a los asesinos.  Permitimos que figuras importantes asesinen personas, para después promover acuerdos y pactos extrajudiciales con indemnizaciones económicas con las familias de las víctimas.  Peloteros asesinos, médicos asesinos y policías asesinos.  Pagan sus víctimas como trofeos de cacerías.

Existe una incomprensión, cada vez mayor, en las parejas que les impide reconocer los valores, derechos y los preceptos maritales como proyecto común.  Ambos consideran que el otro, con la unión, se convierte en una propiedad suya.  Un bien que se recibe generosamente, del mismo modo, que recibimos nuestros órganos vitales, los riñones o el hígado.

Sirven estos vicios sociales, políticos y morales para romper los lazos con los deberes y las obligaciones de la pareja, y son precisamente estos vicios democráticos los encargados de buscarle esa justificación autónoma que deja los problemas familiares sin solución, pero, los judicializan para enlazar los deberes de pareja con las acciones comunes de la familia.  Es que el deseo o el amor se quedan fuera y sin una consideración rigurosa de su importancia para la unión.

Parecen opresivos los deberes en la pareja y a nadie les agradan, pero conviene que el sistema político y social reconstruya la genealogía de los derechos, los deberes y los valores familiares y los de pareja, transformando en motivos de pareja el amor o el deseo, a fin de que el deseo o el amor les comprometa sentimentalmente con unas mejores posibilidades de vida.  Es el deseo o el amor el que lleva a la pareja agredida a desistir de las demandas penales o civiles.

Necesitamos movilizar, con urgencia, una pedagogía que dote de inteligencia activa las creencias, los deseos y los sentimientos de los ciudadanos, a fin de que puedan construir y renovar la órbita de valores y deberes familiares. 

Comprender la necesidad de reactivar estas evidencias, evitaría que las parejas se consideren mutuamente como muebles de su herencia familiar.  Esta es una responsabilidad del Estado y la administración pública está obligada a promover una actitud legislativa constituyente para las parejas, que pueda promover la unión de las personas como un pacto valorativo de la dignidad humana.
Santo Domingo, D. N.

8 de Junio, 2013.-

No hay comentarios.:

Publicar un comentario