lunes, 27 de agosto de 2012

VICTORIA POLITICA Y CAPACIDAD DE PREMIAR (POR FERNANDO SIBILIO)

Sigue siendo el premio eso que induce al individuo a repetir una acción.  En esto reside el poder del dinero en el éxito político, en la capacidad de premiar.  Sobran los ejemplos en los guerreros antiguos: Julio César, Napoleón, Atila, Alejandro, Ciro y Khan, por citar algunos ejemplos.

Premiaba el Papa Urbano II al cristiano que mataba un hereje, ya que este lo hacia con las entrañas atravesada por el gran amor que sentía por la Santa Madre Iglesia, según su epístola CXXII.

Disponen los banqueros de esa misma capacidad para gratificar, y así consiguen el éxito político y financiero, con el cual modifican las leyes, los códigos y las resoluciones o reglamentos, a fin de eliminar los límites en la aplicación de los intereses, de los cobros de moras y de comisiones indebidas, en las transacciones con tarjetas de créditos y en la extensión de los créditos a sus clientes.

Usan esa facultad de premiar las mineras y las multinacionales extractivas, para prevalerse de victorias económicas y políticas que les permiten cambiar las clausulas de los contratos originales, violar los códigos éticos de sus países de origen y las resoluciones, tanto las de la Dirección de Minería como las del Ministerio de Medio Ambiente.  Tomemos como muestras trágicas: La de la Barrick Gold y la de las empresas que explotan las canteras húmedas, en los ríos y arroyos del país.  

Creó, Napoleón Bonaparte, la Legión de Honor, porque las recompensas eran grandes movilizadoras de deseos.  Barrick Gold se une a New Link, otorga premios y recompensas, y consigue reducir en cerca de un 50% las contribuciones al fisco que establecía el contrato con Placer Dome.  Mientras que las productoras de agregados húmedos producen millones y millones de metros cúbicos, sin pagar los impuestos correspondientes.

Usan los galardones las fundaciones universitarias para otorgar premios Honoris Causa, pero los reyes otorgan premios en condecoraciones, títulos nobiliarios y distinciones al mérito, para gratificar a Jefes de Estados, Ministros, Senadores y a Emprendedores o Investigadores, cuando estos sirven a las causas estratégicas de sus socios y empresas fiduciarias.

Sirve la competencia de premiar que tienen los comercializadores de los líquidos del petróleo y del gas natural, en las conquistas económicas y políticas de sus metas, ya que les concede la dignidad de unos derechos a la especulación y establecer monopolios, con la densidad, con la temperatura y con la mezcla: Propano-Butano, en el caso del gas licuado de petróleo, y un monopolio obsceno, en el gas natural. Sirven estos escombros de la Ley de Hidrocarburos y Combustibles Fósiles, para esconder los más de RD$56,000 millones de pesos adicionales que, irregularmente, han acumulado estos señores.

Deciden quienes disponen de estos aforos para premiar las orientaciones de las creencias de los deseos y de los sentimientos de la población.  Ellos tienen control y dominio de la opinión.  Premian y castigan. Se sienten sin obligaciones y ni deberes frente a las leyes del estado social de derecho.

Determina esta habilidad para compensar la baja que, en los listones de calidad en los embutidos concediera la Comisión de la Dirección General de Normas y Sistemas de Calidad, para que los productores de salami redujeran los niveles de proteínas y elevaran los grados de humedad en los salamis.   Regresamos con este episodio a la conferencia de Valladolid, en 1550, en la cual se discutía si los indios eran personas.  Aquí se ha confundido el derecho de conquista con el derecho de propiedad de la empresa privada.  ¡Que omnipotente es el poder de premiar!

Narramos todas estas victorias consecutivas del premio, una historia de grandes recompensas y gratificaciones, con las cuales los partidos políticos, las organizaciones civiles y las instituciones constituyentes se han hecho inútiles, aunque dirigidas por cúpulas de mercenarios que, ganan adhesiones en base a su capacidad de premiar con el botín estatal alcanzado.




Santo Domingo, D. N.

27 de Agosto, 2012.-

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