Sentirse obedecido es
agradable y cómodo, más aún, cuando se proclama el heroísmo de un compañero de
armas, en una rueda de prensa. Así se
sentía el General Rosado Mateo, vivía, unos de los episodios del Capitán
América, héroe de la ficción norteamericana o, como Sancho en la isla de
Barataria.
Quedaba claro que el
desempeño de los altos cargos policiales y militares, en la lucha contra el
crimen organizado era un mar de confusiones y supersticiones. Cosa que se puede comprobar en la
proliferación y comercialización de armas, en el desarrollo de poderosas mafias
financieras, tanto nacionales como internacionales, y en la subida, en mas de
un 50%, de la demanda de bienes y servicios de seguridad.
Permanece tupida la selva de
embrollos y escándalos que rodean la gestión de la Dirección Nacional de
Control de Drogas, en los últimos seis años.
Convendría clasificar, democráticamente, las especies endémicas, para
evitar que las lianas militares, policiales, de los políticos y de los
empresarios, terminen liando a todas las instituciones del Estado y a las
organizaciones comerciales.
Sorprende que, a pesar de su
gran impacto nacional e internacional, las decenas de alijos, capturados, en el
Puerto Multimodal Caucedo y en otros lugares;
son insuficientes, para que ese organismo y para el Ministerio Público,
constituir un caso en los tribunales.
Quedan en los periódicos los anuncios sin que se muestren los indicios.
Deja muchas dudas este nuevo
lío, por el contexto informal en que se ejerce el mando, en esa agencia. Parecía perturbado el Jefe de la Policía, tal
vez sorprendido, dado el reguero de apellidos Rosado envueltos, en uno y en
otro sentido. Rosado Fermín y Rosado
Pérez, inculpados.
Designaban como Jefe del
Centro de Información y Coordinación Conjuntas (CICC), al General Valentín
Rosado Vicioso, a quien sirviera como cercano colaborador el Capitán Leyva
Pérez, muerto en la avioneta siniestrada; ¡Que causalidad tan efectiva tiene el
azar! Esta avioneta a todas luces se estrelló contra la oscuridad de los mandos
policiales.
Sigue el General Rosado
Mateo aferrado a su mando solitario y afanado en su jefatura
autorreferente. Se siente Jefe de si
mismo. Olvida su condición de servidor
público y de sujeto de los poderes constituyentes y de la Constitución.
Condenó en los medios de
comunicación, a Carlos Julio Solano, liberado de cargos, con dos sentencias;
declara héroe al Capitán Leyva Pérez, pero pasa por alto el asesinato del Sargento
Erasmo Ferreiras, quien pierde su vida en el cumplimiento, sin máculas, del
deber.
Mató el narcotráfico al
Sargento Ferreiras, de la Marina de Guerra, y esta información permanecía
callada, hasta que salía el mal olor de la historia, con las declaraciones del
Senador de la Provincia Peravia. Quien
denunció la ejecución, porque el agente había denunciado la entrada de un
cargamento de 776 kilos de cocaína, por una playa banileja, que,
inexplicablemente llegó al Puerto Multimodal Caucedo.
Contradijo, del mismo modo,
ese Senador, la declaratoria de héroe del Capitán Leyva Pérez, con argumentos y
evidencias incontestables, pero sigue en el limbo el caso de la droga
denunciada por el Sargento asesinado por el narcotráfico y sin que se le
tribute ningún reconocimiento.
Provoca lástima ver a
nuestros policías y militares envueltos en escándalos, y que la calumnia y la
brujería sustituyan la investigación, porque solo ganan los criminales. Aunque lo cierto es que, con Figueroa Agosto,
con Arturo del Tiempo y con el caso de esta avioneta, donde murió el Capitán
Leyva Pérez, descubrimos, que tan Rosada es la aleación del oro y la plata, con
la cocaína.
¡Que viva el Capitán
América!
Santo Domingo. D. N.
15 de Octubre, 2012.-
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